Perdón es la acción y el resultado de perdonar. Se puede perdonar, entre otras cosas, una ofensa (por ejemplo, un insulto), una pena (cadena perpetua, arresto domiciliario…), una deuda (por ejemplo, económica). También es la indulgencia o la remisión de los pecados.

La palabra ‘perdón’ también tiene otros significados y se utiliza en varios contextos para expresar disculpa en general (‘Perdón, no me había dado cuenta’), por ejemplo, cuando se interrumpe un discurso (‘Perdón, ¿sabéis qué hora es?’).

También se emplea a modo de disculpa para excusarse en una conversación ante algo que se dice de forma inapropiada (‘He visto por la calle al tío ese, perdón, a tu novio’). En algunos casos se utiliza la fórmula ‘con perdón’.

El valor del perdón.

El perdón se suele considerar un valor humano. El perdón puede servir, por un lado, al ofensor para liberarse de la culpa y, por otro lado, para que el ofendido se libere de posibles sentimientos de rencor. El perdón no siempre implica que el ofensor no tenga que compensar de algún otro modo su error. El perdón puede ir acompañado por parte de la persona ofendida de la redención o la condonación de la pena al ofensor. Aunque creo que hay que valorar el perdón con la fuerza que tiene en el ámbito emocional.

Se suele valorar el hecho de saber perdonar, aunque también el saber pedir perdón, porque implica de algún modo, reconocer la culpa y el daño cometido a la otra persona.

En Psicología, ambas acciones se consideran capacidades del ser humano, que también suelen tener efectos terapéuticos positivos.

Muchas religiones tratan en su doctrina elementos como el perdón, el arrepentimiento y el sacrificio. Se habla del perdón en los libros sagrados, oraciones y plegarias. El perdón se suele representar a través de distintos rituales.

En el Cristianismo, por ejemplo, el Sacramento de la Reconciliación o Penitencia también se conoce como el Sacramento del Perdón. En el judaísmo, el Yom Kipur es el Día del Arrepentimiento o el día del Perdón.

Dice Mónica Esgueva en su libro “Cuando sea feliz”: “Para perdonar resulta esencial examinar nuestros recuerdos con misericordia y comprender que esas situaciones dolorosas pretéritas, si bien desagradables, nos permitieron aprender lecciones sustanciales.” Esta sería sin duda una forma de ver el lado bueno de lo acontecido, sacar partido a las experiencias, incluso las dolorosas o las muy dolorosas. Me parece muy importante lo que dice en este párrafo Mónica en cuanto al recuerdo misericordioso, olvidándonos del daño que no causo el hecho o acontecimiento y centrándonos en la enseñanza.

 “VENGARSE DE UNA OFENSA ES PONERSE AL NIVEL DE LOS ENEMIGOS; PERDONÁRSELA ES HACERSE SUPERIOR A ELLOS.” (Francois DE ROCHEFOUCAULD).

Sigue Mónica diciendo que “el rencor es un veneno que, de tomarlo regularmente, termina intoxicándonos a largo plazo. Solemos pensar que al perdonar ofrecemos un regalo al otro, olvidando que los únicos beneficiados somos nosotros. El resentimiento nos encadena al pasado, y cuando guardamos rencor por alguien que nos hirió (o así lo creemos), estamos transfiriendo a esa persona un poder sobre nosotros que no solicitó” y que por supuesto nosotros voluntariamente le concedemos sin tener claro el daño que nos infringimos. (EL MAL DEL RENCOR Y EL BIEN DEL PERDÓN PARA NOSOTROS).  Son estos conceptos que a veces nos resulta complejo entender, creyendo que ese sentimiento de rencor, ira o resentimiento de alguna manera le llega al otro, y de alguna manera lo puede dañar, y esto nunca es así. (continuará).

José Luis Mellado Vergel