DE PATITO FEO A CISNE. DE CISNE A DR. JEKYLL Y MR. HYDE
¿Conoces el cuento del Patito feo? Sé que sí, pero imaginemos en este cuento que el Patito no era cisne desde que nació, sino que fue evolucionando hasta llegar a serlo… imaginémoslo.
Pues eso, el Patito feo, aquel pato feo feo, tan feo, al que despreciaba hasta su madre, terminaba convirtiéndose en un cisne bello y elegante. Pero, y si el relato no fue contado al completo. Y si el cisne no termina siendo cisne y evoluciona en Mr. Hyde (sí Mr. Hyde, el Dr. Jeckyll pero malo).
Remontémonos a la infancia del Patito, cuando éste era feo feo, y llamémosle Europa. Europa era tan “fea” que, entre países vecinos (entre otros tantos), se destruyeron una vez, y no contentos con ello, otra vez. Tras esa segunda destrucción, a la que llamamos II Guerra Mundial, nuestro feo patito pareció madurar un poco, cómo cuando ese niño, consentido y malcriado, ve que nace su hermanito y de pronto se siente HERMANO MAYOR, con la responsabilidad que ello supone.
Tras esta suerte de madurez, Francia y Alemania, que hasta entonces no habían parado de destruir cada figura de Lego que hacía el otro y romperse muñecos y juguetes, comienzan, por fin, a entenderse. El amigo en común que hizo que estos dos niños bichos empezaran a llevarse mejor fue Robert Schumann, ministro francés de origen alemán (cómo el amigo del pueblo que se va a la ciudad, pero vuelve en verano y quiere jugar con sus dos amigos). ¡Por fin un poco de cordura! El Patito sería más bonito con las dos principales potencias europeas juntas, de la mano, que mejor es que los chavales se junten para construir su cabaña a que se vayan escalabrando a pedradas. (También se dice que la mano estadounidense tuvo algo que ver en este acercamiento, pues alguien tendría que comprar los productos americanos, y con Europa en ruinas, el asunto tampoco pintaba del todo bien para los gringos. Pero eso lo dejamos para cuentos de mayores).
De aquella semillita del franco-alemán Robert Schumann Europa se hacía más bella, bueno, digamos que menos fea. Alemanes y franceses, junto al siempre vanguardista Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) y a Italia, formaron el 9 de mayo de 1950 la CECA (Comunidad Europea del Carbón y el Acero). Con este “experimento” trataban de poner cosas en común para ser más unidos y no caer en posibles futuras tentaciones de destruirse (si la figura de Legos la hacen entre los dos niños que antes se peleaban, ahora se lo pensarían antes de derribarla). De ahí que en nuestros días, el 9 de mayo se celebre el Día de Europa.
Tras este experimento de la CECA, el Patito se desarrollaba y aparentaba ya unas llamativas facciones, y visto su bonito aspecto, en 1957 se amplió ese acuerdo creándose la Comunidad Económica Europea y la EURATOM (Comunidad Europea de la Energía Atómica). Así, dos pilares fundamentales de todo país, energía y economía, se ponían en común. Ahora las piezas de Lego para hacer las figuritas eran de todos, así que el romper el juguete del compañero me lo pienso un poquito más.
Patito había dado un estirón, le empezaba a cambiar la voz y algo de pelusilla le asomaba en el bigote. Pareció que aquel juego de niños les fue gustando al resto de chicos del lugar, que quisieron unirse al grupo de amigos, lo que desembocó en la formación de una pandilla ya más numerosa. A la cuadrilla se fueron uniendo nuevos amigos que querían formar parte del “Proyecto Cisne”. Los chiquillos parecían pasárselo tan bien que entraron hasta los británicos. Los que ahora son Brexit antes eran Brein.
Tras esta ampliación de la pandilla, el grupo firmó en 1986 el Acta Única Europea, y además de la economía y la energía, pusieron en común la política exterior y la seguridad. Esto ya no era un simple grupo de mocosos que se prestaba juguetes. A estas alturas, Patito ya estaba crecido y tenía hechuras de buen mozo.
La pandilla se fue de viaje a Maastricht, y en aquella ciudad de cuento se cambiaron de nombre. Ya no eran la CEE, ahora se llamaban Unión Europea. Y ya no se sabe si por ciertas sustancias famosas de los Países Bajos (los tulipanes no, lo otro) o porque se querían mucho, quisieron compartir hasta el dinero. Au revoir Franco francés, arrivederci Lira italiana, adiós Peseta. Hasta el marco alemán, el más fuerte y poderoso. ¡Toma ya! Europa, un país, una moneda.
Pero Patito no se quedó ahí, porque ya sea por los tulipanes opiáceos o por su buena voluntad (esto es un cuento de niños, por lo que yo apuesto por la buena voluntad), establecieron la libertad de circulación de personas y residencia. Ahora, cualquier muchacho del grupo podía ir cuando quisiera a la casa de otro e incluso quedarse a dormir sin permiso de papá y mamá.
Esto sí que era un cisne ya, pero no un cisne de esos que hay en lagos artificiales, raquíticos, que en lugar de plumitas blancas las tienen grisáceas, esto era un cisne de Disney.
Esta era la época dorada de la pandilla, allá por 1992, y durante años todo fueron risas, reuniones amigables, visitas agradables, ayudas e intereses de que a todos les fuera bien, procurar que el que menos tenía tuviera cómo el que más, llegada de nuevos amigos, interesantes y vanguardistas proyectos de futuro… Vamos, lo que yo concebía cómo EUROPA. Algunas meteduras de pata también hubo, ya sabemos, la juventud, pero eran más importantes y entrañables los buenos momentos que los posibles malentendidos.
Pero EUROPA, nuestro Cisne, cómo muchas veces les pasa a las personas, sufrió una crisis (tenía que salir la dichosa palabrita). En 2008 comenzó a sentirse, digamos que regular, y a día de hoy, sigue sin levantar cabeza. Y lleva tantos años sintiéndose regular, y tratándose con unas medicinas que no parecen ayudarle a recuperarse y ser lo que era, que espero que nuestro precioso Cisne (aun con suspicacias de americanos en sus orígenes que ya dejamos para cuentos de mayores) no siga evolucionando e involucione, pasando la historia del Patito Feo a Cisne, y de Cisne a Dr. Jekyll y Mr. Hyde, pero sin Mr. Hyde.
Víctor Martínez López