¿Qué me dirías si hablásemos hoy del positivismo en el trabajo?
¿Crees que solo con una actitud positiva se pueden sobrellevar los problemas y curar la insatisfacción y desmotivación laboral?
¿O piensas que por mucho que lo intentes de nada servirá para ver tu trabajo de una forma positiva?
La filosofía del positivismo tan extendida y pragmática para estos tiempos de precariedad laboral en la que a pocas personas les motiva su trabajo, y el generalmente ineficiente debate sobre la motivación laboral ,casi siempre nos conduce a los mismos lugares: que viene de dentro, que uno mismo tiene que motivarse, que somos dueños de nuestro propio cambio…
Pero la verdad es que cuando tantas personas tienen el mismo problema parece obvio que la causa puede estar vinculada a muchos otros factores, como quizás en las propias condiciones organizacionales…
Cuando la gente está descontenta, el jefe les trata mal y reina el malestar y la desconfianza, estamos abocados al fracaso, pues esto supone un caldo de cultivo para el estancamiento en el desarrollo profesional, la apatía y la pereza mental.
Está bien hacer llamamientos a la responsabilidad personal pero obligar a las personas a que se auto motiven, parece quedarse corto, ¿no crees?
Algunas frases que vemos cada vez más extendidas como “Tu puedes con todo”, “Conseguirás todo lo que te propongas”, “Querer es poder”, es pensar que las personas podemos alcanzar cualquier logro solos, sin que el entorno o nuestras capacidades nos influyan.
Nada más lejos de la realidad, todo esto solo es posible si primero descubrimos quiénes somos, aprendemos a ser dueños de nuestros pensamientos y conocemos bien nuestros deseos, nuestras debilidades y nuestras fortalezas, para así enfocarnos en nuestros propios logros y en lo que verdaderamente nos apasiona.
Es pues, la toma de conciencia de nuestro verdadero potencial, poniéndolo al servicio de una función necesaria, creativa, sostenible y con sentido.
¿Y qué tienen que ver las organizaciones en todo esto?
A menudo veo como cada vez son más las empresas que se suben al carro de las tendencias y contratan servicios o compran “packs” a consultoras con el objetivo de motivar al personal, olvidándose de algo esencial: que hay que integrarlo en el ADN de su filosofía, que su responsabilidad reside en procurar y construir cimientos para generar el verdadero cambio, y que todo ello debe verse como la estrategia vertebral de la compañía, de manera que todas esas medidas de mejora se irradie de manera transversal a cada rincón de la empresa.
Y es entonces cuando llega el descontento de los directivos con esta “inversión en los trabajadores”, y más que una inversión se convierte en algo inútil, digno de la papelera de reciclaje, y visto como una pérdida de dinero y de recursos.
El problema de esto puede estar en el enfoque, y en la intangibilidad de los resultados y al final solo sirve como sazonador motivacional que no genera por si solo el verdadero cambio en la motivación y el desempeño de las personas.
Más psicología positiva y más preocupación organizativa por la felicidad en el trabajo bien entendida, son los únicos caminos inspiradores para paliar esta crisis colectiva y la falta de valores imperante en nuestra sociedad.
Os dejo esta divertida viñeta que hace un guiño a lo que hoy os he venido a contar, ¡espero que os guste!
Ainhoa Jiménez
Dpto. de RR.HH