Uno de los grandes retos de los seres humanos es aprender a gestionar nuestras emociones. Digo gestionar no controlar, ya que la palabra controlar puede llevar intrínseca en muchos casos la acepción de la represión. La gestión es la habilidad para ser conscientes de sentir y de dirigir de una manera sensata y con sentido, sin que esto suponga la evitación del dolor o sufrimiento. El placer, el sentirse bien tiene que tener como contra el haber pasado momentos malos.
Veo la gestión de las emociones como una de las bases que una persona debe perseguir para conseguir una estabilidad o equilibrio emocional, equilibrio que perseguimos todos.
Uno de los objetivos de la inteligencia emocional es precisamente ese. Se dice que una persona que gestiona bien sus emociones ha alcanzado un nivel de inteligencia emocional elevado. He insisto en que la gestión no puede ir nunca dirigida a la represión. El ser humano necesita sentir todo tipo de emociones buenas y malas. Lo importante es obtener la habilidad suficiente para que la emoción negativa no persista más de lo necesario en nosotros y que no provoque un sentimiento pernicioso que nos haga sufrir en exceso. Ya está demostrado que se puede aprender, y no es excesivamente complicado, a gestionar bien nuestras emociones.
Una emoción se podría definir como una energía que está en nosotros y que nos aparece por alguna interacción con el mundo o con nosotros mismos. La emoción es una reacción inconsciente, que prepara nuestro cuerpo y nuestra mente para una determinada acción.
El neurocientífico Richard Davidson concluyó después de muchos años de estudio que una herramienta fabulosa para modificar aptitudes y desarrollar virtudes como la compasión, la cooperación o el altruismo, dada la plasticidad demostrada de nuestro cerebro, es la meditación. La práctica de esta herramienta como la meditación llevaba a cambios profundos en las personas y al fomento del pensamiento positivo. Habla de resultados asombrosos en pocas horas acumuladas de práctica continuada durante varios días y tan solo unos minutos al día.
La meditación nos puede llevar a la calma y estabilidad de nuestra mente que suele aparecer siempre dispersa. Como consecuencia directa la buena gestión de nuestras emociones. En un mundo donde como dice Mónica Esgueva: «no estamos en la era de la información sino en la era de la distracción». Lo que hace más difícil aún conseguir una mente tranquila, sometidos como estamos a cientos de estímulos externos.
Imaginad por un momento un mundo donde las personas pudiéramos realizar una buena gestión de nuestras emociones, cuántos conflictos interpersonales podríamos resolver desde una situación distinta a la que provocó la emoción negativa. Podría poner miles de ejemplos de situaciones cotidianas que nos mueven emociones malas y que provocan reacciones extremas y que en muchas ocasiones no deseamos, y que el arrepentimiento llega en nosotros cuando ya no tiene remedio, cuando hemos realizado una acción desde la cólera, la ira, el desprecio… Y no solo la resolución de esos conflictos interpersonales sino también los conflictos internos, que nos pueden provocar y que en ocasiones, demasiadas, tardamos días, meses, años en resolver, o que nunca resolvemos.
¿Por qué no comenzamos a realizar acciones encaminadas a desarrollar esa gestión de las emociones y sobre todo a ayudar a los niños a que lo consigan? Está demostrado que se puede hacer desde una corta edad, antes de que el niño entre en el sistema educativo. Sistema que por cierto, queda enormemente alejado de la enseñanza emocional. Aunque comienza a haber un movimiento alternativo que nace de la enseñanza privada y que da una importancia mayor a este tipo de habilidades y conocimientos emocionales que a los conocimientos técnicos o tradicionales. Es para mí más importante que un niño/a aprenda a gestionar una emoción que provoca un momento de ira o furia, por ejemplo, a que se aprenda la tabla de multiplicar. Queda demostrado ya, que los niños/as más inteligentes emocionalmente, más estables y que gestionan mejor sus emociones, consiguen a la larga mejores resultados gracias a unos grados de atención y estabilidad emocional mayores.! Introduzcamos la meditación en todas las edades!
José Luís Mellado Vergel
Socio-Gerente