Somos un árbol de 30 años.
Un árbol que ha sufrido grandes podas y la invasión de virus.
Incluso a veces enfermedades autoinmunes.
Una gran poda que comenzó hace 5 años parecía que podía ser el final de nuestros días, dejaría al árbol muy debilitado. Nos dejaba con una imagen muy cambiada de lo que éramos, pero mantenía troncos fundamentales para la supervivencia del árbol y para que esté siguiera identificándose como tal. Quizás más él de lo que nunca había sido antes.
A partir de 2014 empezó la gran poda y a lo largo de 4 años algunos troncos fundamentales dejaron de ser parte de este árbol dejando en su sabia valores y conocimientos muy importantes. Al mismo tiempo empezaron a brotar ramas muy frágiles, verdes y muy pequeñas, las cuales no daban la impresión de poder soportar la intemperie ni la fuerza de los agentes externos.
Fueron pasando los años, las experiencias y dichas ramas fueron aprendiendo y adquiriendo los valores, los conocimientos y las habilidades de las ramas más sabias, además, aportaron al árbol innovación, energía, fuerza y sobre todo alegría.
Ahora, después de 5 años me alejo y miro el sabio árbol con perspectiva y veo un tronco fuerte al que le siguen ramas sabias y una explosión de colores, de brillo, de nuevos brotes.
Veo un árbol fuerte, maduro y con la capacidad de ser más fructífero que nunca.
Veo un árbol cohesionado y con unos valores y una dirección común, el cielo.
Un árbol que ha aprendido de sus errores, un árbol que sabe cuáles son sus debilidades y lucha para acabar con ellas.
Un árbol con los objetivos claros.
Un árbol con alma.
Un árbol donde da gusto estar.
Un árbol que cuida las ramas y donde las ramas cuidan del árbol.
Veo un árbol soñador, que quiere 30 años más.
Un árbol donde sus ramas quieren ser troncos y ramas que ya lo son.
Veo un árbol que respeta el ritmo de crecimiento de cada rama.
Un árbol que es feliz y que quiere seguir siéndolo.
Un árbol que da protección, seguridad, paz y sombra. Un árbol donde la gente quiere estar.
Lo tengo claro, es nuestro momento, es AHORA.
Tenemos que apretar para explotar, para rompernos y que nuestras flores se conviertan en fruta.
Y crear la fruta más dulce, jugosa y sabrosa de toda la provincia. Que la gente desee pegarnos un bocado.
Es el momento de que la gente conozca nuestra variedad y nuestra diferenciación.
Es el momento de que veamos el árbol que somos y de que hagamos partícipes al mundo.
El momento es AHORA.
Queda mucho, pero hemos superado muchas tormentas.
Tenemos que ser conscientes del árbol que hemos sido, del árbol que somos y del árbol que queremos ser.
EXPLOTEMOS, ROMPÁMONOS.
No tengamos miedo.
HAGAMOS ARTE.
AHORA.
Alejandro Mellado Vergel